El género épico en la televisión moderna


Por Gustavo Palacios (firma invitada)

Primera publicación: 2 de diciembre de 2017

Las series, ¿también son Esparta?

No sé cuánto se está hablando de este tema últimamente, pero me parece que es necesario abordar la cuestión del resurgimiento del género épico, no tanto como género en sí —ya que siempre ha tenido actividad y presencia—, sino en la preferencia del público y —por qué no— de la crítica.

En tiempo presente y en términos masivos esto lo muestran las dos principales series más vistas por la audiencia: Game of Thrones (en primer lugar) y The Walking Dead (en el segundo).

La conversación social: las propuestas de ficción y el favor del público

Creo que las preferencias de determinados géneros marcan el espíritu que prima en un tiempo dado.

Para establecer una comparación rápida que sirva a la hora de definir qué había antes y qué hay ahora, habría que ver cómo desde finales de los 80 y la década de los 90 el género emergente era la comedia en sus distintas variantes, aunque priorizadas en las formas de la comedia romántica (primero)y la comedia familiar (después).

Esto no indica que la expansión de un género haga desaparecer la presencia de otro, sino que establece una relación (particular) de jerarquía que es válida durante un tiempo. Esa comedia romántica que durante quince años ocupó el centro o el pico de las preferencias, en la actualidad se encuentra desplazada a los márgenes. Y no es un problema de números el que lo define, sino sobre qué se establece la conversación socialLa conversación social nunca es un todo, sino un emergente, y lo que emerge de esa conversación son los intereses actuales.

género épico
The Walking Dead. Imagen: AMC.

Por eso cuando nombro Game of Thrones y The Walking Dead, las estoy señalando como series que definen el emergente de lo que hoy se ve y se habla, preferentemente. El resto de los géneros y demás producciones de ficción se organizan a partir de y no a la par deEsto vendría a discutir la idea de que esta época está definida por la proliferación de nichos y segmentos que representan distintos gustos como si existiera un reparto horizontal de las preferencias.

Es cierto, y sólo a un nivel relativo, que hoy se puede hacer una elección de los contenidos que uno quiere ver en términos más horizontales y menos verticales (jerárquicos) porque existe una multiplicación de ofertas audiovisuales tanto en plataformas como en estilos, pero esa variedad existente no anula que la distribución de la audiencia, como si de la riqueza de una economía se tratara, se siga produciendo de forma desigual.

Lo que quizás hoy sí ocurre es que la relación entre público y difusión, o entre público y “conversación social” sobre los contenidos pueda ser más “paradójica” que hace veinte años. Antes la relación entre público y conversación social estaba más definida por la presencia de los medios tradicionales que organizaban y definían los términos de la conversación. Hoy esta relación es más “desigual” pero en un sentido democrático, ya que más gente opina sin estar cautiva de la agenda de un medio tradicional. Esto ocurre, pero la conversación social no deja de estar fuertemente marcada por lo que los medios principales definen. Si la jerarquía de la “charla” se mantiene, ésta se mantiene cuestionada.

Cómo la épica ha conquistado la audiencia

Definido en cierta manera este marco, se puede volver al hecho de cómo estas dos series ocupan el pico de la atención y las preferencias, y sin ninguna duda tampoco es igualitaria la relación entre Game of Thrones (GoT) y The Walking Dead (TWD). Si en algún momento las dos series se mantuvieron en un nivel comparable de audiencias, en los últimos años GoT ha superado ampliamente a TWD. Superación que TWD apenas ha logrado compensar al abrir un spin off dentro de su franquicia como es Fear the Walking Dead.

Sea como fuere, las dos representan el pico de un género que en el presente domina el escenario de las ficciones.

Llegar a este pico que combina los elementos de preferencias y audiencias, no ha surgido de repente. Como si fuera una representación metafórica del propio “juego de tronos” existente en la ficción, el género épico ha ido formateando su propio espacio gracias a diversos impulsos existentes tanto en el cine como en la TV.

El señor de los anillos

1. Antecedentes: El señor de los anillos y el universo cinemático Marvel

En el cine puedo señalar dos eventos, diferentes en su evolución, pero altamente significativos (y fundacionales) los dos: el primero es la trilogía de The Lord of the Rings y el segundo, la entrada en acción del Universo Cinemático de Marvel con la primera X Men.

Obviamente que a The Lord of the Rings le seguirá la saga de The Hobbit; a Marvel toda la expansión persistente y constante de su Universo de superhéroes; a DC Comics la réplica que ha hecho para compensar y ocupar parte de ese espacio y, cómo no, la resurrección y multiplicación constante de Star Wars para ocupar otro.

2. Las nuevas franquicias cinematográficas

En este panorama yo agregaría, otras franquicias que revisten diferentes características pero que en todos los casos confirman la tendencia de la expansión y primacía del género épico. Aquí nombraría The Hunger Games o la trilogía de Divergent; pero también versiones viradas al género romántico como la saga Twilight, o hacia la familia como Harry Potter.

24. Imagen: Fox.

3. Antecedentes en TV: de Lost a 24

En la televisión el género entra abiertamente en juego a partir del estreno de 24, que inicia una tendencia que hoy encuentra su pico en Game of Thrones y pasa a través de Lost.

Es inevitable pensar que en términos estrictos hay series más claramente épicas que otras, pero lo épico —como género— se puede articular a través de varios elementos que se leen mucho mejor si se mira el panorama de esas series y películas en su conjunto, que si se especifica en una en particular.

Elementos de la épica en televisión

El rasgo más definitorio del género lo podría dar la presencia de batallas, pero es obvio que no es excluyente. Cuantas más batallas existan, más épica; y cuanto más grandes las batallas, más épica todavía. Por eso digo que sólo es definitorio en tanto es visible.

1. La lucha por un territorio físico y político

Pero las batallas no ocurren en un territorio abstracto, sino precisamente en un territorio primero físico y después, político. Se combate por territorio y por poder. En GoT, en las últimas temporadas de TWD y en Fear the Walking Deadel tema del dominio territorial y la cuestión de los cambios de gobierno y régimen son una constante. Pero también podemos decir que este tipo de conflicto era uno de los componentes fundamentales que ya existían en Lost. Mucho más persistente que sus misterios y sus tropos de género fantástico lo eran sus disputas de territorio y poder.

Por eso cuando existe combate por territorios y poder, así éste tome la forma directa de batallas, de operaciones encubiertas (militares, menores), o la conspiración por hacerse con el poder, también podemos decir que nos encontramos ante una ficción de género épico.

El mito Bourne. Imagen: Universal Studios.

2. La acción

Fundante de la vertiente del género de la “pequeña operación militar”, está The Bourne Identity. Si existiera el término de un género “épico de cámara” (es decir de grupo pequeño), lo daría en principio la saga Bourne, ya que define una nueva forma de narrar el espionaje no tanto como intriga sino como acción. El elemento “acción” como base de construcción narrativa, conecta también con el género épico. Es la extracción que se hace del género original en lo que hace a la narración específica de los episodios de Aquiles o Ulises en La Ilíada. La parte privada, o no monumental.

Bourne define la entidad del héroe que Jack Bauer desarrolla en 24 y que influye mucho en el James Bondde Daniel Craig.

3. El héroe, el hogar y la patria

También dentro de este cuño es muy importante localizar la influencia de Munich de Steven Spielberg. En el caso de Munich la relación del héroe nacional patriótico (la noción de patria) en la defensa y venganza del territorio (Israel), sería otro de los modelos de esta “épica de cámara”. Esta línea que coloca la frontera en todo aquel lugar del mundo donde se amenaza la patria, es otro componente esencial del género épico.

El sitio a Troya se basaba en la hipótesis de una guerra para reparar la ofensa infligida a la patria. El concepto de la amenaza a la patria es uno de los más subjetivos que puede existir, ya que se basa mucho en percepciones de qué es y qué no es una amenaza. Pero ahí está la combinación de territorio como hogar. Por eso la palabra en inglés “homeland”combina tierra y hogar como sinónimo de patria y, dentro de lo que define a este género épico, contiene el oxímoron fundacional de la defensa agresiva de la patria. O una agresión defensiva.

The Hurt LockerGreen ZoneZero Dark Thirty13 hours o American Sniper son las versiones más militarizadas de esta “épica de cámara”.

Green Zone. Imagen: Studio Canal.

Si antes decía que las batallas definían mayormente el género (en lo visible), es la noción de patria el que lo sostiene.

Entiendo que la palabra “patria” puede suponer asociaciones incómodas según en qué contextos se la coloque. Para otorgarle el más adecuado, hay que desprenderla de su utilización en entornos no ficcionales. Es cierto que hay palabras e intenciones que acompañan a esas palabras en la ficción y que actúan como vasos comunicantes entre la realidad y la ficción. Sobre todo, cuando las intenciones son de mensaje o propaganda. Por eso también se trata de evadir el uso de la palabra como tal y se utilizan sucedáneos para nombrar el mismo concepto.

Yo creo que en este marco el más preciso es “patria” y hay que leerlo como constituyente del género épico, como un tropo o referente, y sin sumarle mayor simbolismo o ánimos innecesariamente.

A partir de estas precisiones, creo que es importante ver que lo épico, como género, no está definido —necesariamente— por elementos históricos o de ambientación extraídos de épocas que coinciden con aquellas que el canon literario ha señalado como obras pertenecientes al género épico. Tampoco lo define la inclusión de adaptaciones a escenarios contemporáneos de obras épicas. Esa mirada reduce un fenómeno mucho más amplio a sus expresiones superficiales, es decir, a la forma en que se nos presenta el relato.

Pautas más precisas son las que están determinadas por lo estructural y formal (no la mera forma ni su superficie) de sus temas y su construcción.

Antes señalé como elementos importantes las nociones de batalla (o combate), de territorio (físico) y de patria (como hogar, ideología, afecto). También señalé la disputa por el poder y las formas de régimen. Estas dos para mí tienen un valor diferente en cuanto a que representan algo distinto si esta disputa es meramente personal o involucra el binomio territorio-patria.

Siempre hay una parte en la que un drama o tragedia personal en relación con el poder puede contener elementos épicos, esto es, de cruce de géneros. Pero hay que tener en cuenta que uno de los géneros funciona como “comandante” y el otro como “subordinado”. Esta distinción puede llevar a que se piense que lo que yo llamé antes “género épico de cámara”, se vea como algo esencialmente diferente al género épico en sí. Y lo que intervendría para diferenciarlo sería una cuestión de tamaño, es decir que la cantidad de personajes, tiempo histórico transcurrido, tipo de enfrentamientos, batallas o combates, determinara el género.

Me parece que el elemento “dimensional” (grandes dimensiones frente a pequeñas dimensiones) sólo es una cuestión de grado. Y si los combates hacen visible la épica, lo que vuelve definitorio que estamos dentro del género es la presencia del binomio “territorio-patria”. O territorio como patria.

Juego de Tronos

Hoy podríamos leer Game of Thrones como una lucha por el Trono de Hierro, que tal y como está definido es un conflicto entre las Casas (Patrias con sus territorios) y en el aspecto del poder es una cuestión de régimen. Régimen entendido como qué sistema de alianzas permite la gobernabilidad del territorio. Todas las discusiones (debates) y enfrentamientos (militares) en la serie están basados en resolver este problema: cómo se pasa de un régimen a otro. De los Targaryen a los Baratheon, de estos a los Lannister y ahora nuevo conflicto entre Lannister y Targaryen donde lo que se tiene que definir es cuál será el nuevo régimen de alianzas entre los contendientes. Esto se encuentra en el fondo de la historia y se evidencia a través de los combates. Con batallas mayores y menores, con las conspiraciones y traiciones, pero allí está.

género épico
Juego de Tronos. Imagen: HBO.

En GoT este sistema épico, aún con un universo ficcionalantiguo pero no-histórico, es muy evidente. Pero lo que se vuelve cada vez más evidente en GoT es que los elementos épicos que están desplegados, no empiezan ni terminarán en un plazo inmediato con el fin de la serie, sino que se trasladarán de allí a otras series. De la misma manera que Game of Thrones lo tomó de otras series y películas. Y esto pasa porque hay un público ávido de este tipo de historias.

The Walking Dead

Podríamos comparar Game of Thrones con el caso de The Walking Deadya que las dos series son emitidas de manera casi simultánea en los últimos años. En TWD vemos cómo también régimen y territorio constituyen la problemática constante de la serie y de su spin off: qué territorio es seguro frente a los caminantes, y de qué forma se asegura la supervivencia dentro de ese territorio. La forma de dirimir el cómo se asegura, está directamente relacionado con problemas de régimen político y es lo que se plantean los personajes cada vez que llegan a un nuevo territorio.

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The Walking Dead. Imagen: AMC.

Primero se plantean modificar el régimen y después hacerse con el gobierno. Pasa en TWD y también en FTWD.

En este último caso, cuando llegan al Rancho, lo primero que plantea a sus hijos el personaje de Madison es que ellos tienen que modificar el régimen. Influir, primero, y quedarse con el poder después. Este quedarse con el poder como sinónimo de supervivencia es algo que define a ambas series y los combates (eliminación física de enemigos), el medio para conseguirlo.

Este mismo procedimiento ya estaba presente en Lost. Por encima de los misterios de la serie, encontramos su lucha constante por el territorio y por una manera de entender el gobierno de esos territorios.

Por especificar más, los términos de régimen no se aplican –sólo- a formas concretas de gobierno, sino a cómo se articula el poder entre los personajes. Articulación como equilibrio. Alianzas y tensiones.

Cada héroe en su sitio

La representación que cubren estos personajes es muy similar a la estructura de halcones y palomas que es tan usada por el gobierno de EEUU. Donde Rick y Michonne o Carol son claramente halcones, y Hershel y Morgan y el Padre Stokes, palomas. Pero estas figuras son variables, matizables, intercambiables. Está claro que las variaciones de carácter de los personajes, así como su influencia, se determinan en relación con su participación en el combate y en la defensa del territorio.

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The Defenders. Imagen: Netflix.

Esta forma de disputa territorial no sólo está en estas series, sino también en otras, como es el caso de las que provienen del Universo Cinemático de Marvel. Luke Cage y Daredevil plantean esta misma problemática de disputa o reafirmación territorial. Para uno es Harlem, para otro Hell’s Kitchen. Conflicto que se extiende en The Defenders.

En este último caso, el de los superhéroes, aparece otro de los elementos fundamentales del género épico que son los héroes con cualidades superiores al promedio de los combatientes. Todo el proceso de construcción de los héroes, en el marco de estas historias donde la disputa del territorio, es importante. En algunos casos como las historias de Marvel viene “dado”. Es anterior al conflicto. En otros casos el héroe se construye a partir del conflicto. Dos escuelas que comparten una problemática común: la construcción de los mejores combatientes en sus capacidades, su moralidad y sus ánimos.

Creo que los dos casos más interesantes de construcción del héroe en TWD son el de Carl y el de Carol. Carl pasa de niño a “hombre” y es construido por las circunstancias más que ningún otro. Y Carol pasa de mujer abusada a mujer combatiente en un proceso menos directo, pero igual de definitorio.

Mirar todos estos elementos es ver que los productos del boom de las series y la nueva edad de oro se han ido decantando en algún lugar por la cantidad y la diversidad, pero que se reafirma en dos grandes tendencias: una es la que abarca los dramas de calidad (y de culto), y por el otro el gran emergente que resulta la veta del género épico.

Curiosamente las series más declaradamente épicas no presentan dilemas dramáticos comparables a los que se desarrollan en los nuevos dramas. Son de otra naturaleza y se narran de otra manera. Esto es porque el marco genérico que los contiene es diferente.

Yo creo que seguir esa línea del resurgimiento épico en un sentido bastante ortodoxo, es importante porque define lo que tenemos hoy y lo que puede seguir.

La revolución de Lost24

Cuando las series de contenido épico estaban definidas bajo el paraguas de 24 Lost, lo que se produjo fue más o menos lo siguiente: 24fue un fenómeno dentro del subgénero de acción que se distanció de los otros dramas que surgían como tendencia en esos años, como fueron The SopranosSix feet under y The Wire. Apeló a otra forma de enganche con las series, mucho más pasional y menos reflexivo. Más adrenalínico, si se quiere. Y allí entró Lost elevando la apuesta que superó el marco del fantástico, para entrar en la épica del combate por un territorio. Y qué podría haber más territorial para unos “náufragos” que la lucha por la supervivencia en una isla perdida.

Y aun cuando 24 fue quedando opacado en la elección de la audiencia frente al fenómeno explosivo de Lost, ambas eran referentes para otras series.

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Lost. Imagen: CBS.

Cuando el fin de Lost se aproximaba, dos series fallidas quisieron disputarse la herencia del fantástico y la acción que esta serie dejaría. Fueron Flashforward y The Event. Las dos fracasaron. Pero esto más que indicar por qué una u otra pudieron fallar, lo que determina el movimiento es la intención de las productoras de quedarse con ese público. Finalmente, quien lo heredó fue TWD y luego GoT, quien se quedó con el trono. Y aquí es donde entra una cierta problemática actual para productores y audiencia, que es cómo formular la transición desde Game of Thrones a un nuevo líder.

Ese espacio que GoT dejará en la próxima temporada ya tiene contendientes que vienen preparando el territorio. Star Trek Discovery es una de las series que más se prepara para ello. Quizás un spin off de la propia GoT sea el otro. Pero ya sea una serie o la otra, lo que hoy se está disputando no es un mero trono de las series en general, sino un trono dentro del género épico que hoy es el que domina el escenario ficcional.

No es una disputa de calidad, sino una disputa de qué género domina, de quién lo produce y hacia qué público se dirige. El Universo Cinemático de Marvel seguramente tiene alguna pretensión al respecto, pero hasta el momento sus producciones no adquieren una dimensión épica comparable a la de Game of Thrones. Algo que por lo visto Star Trek Discovery tiene más claro. Su intención de apostar a lo grande se ve ya desde sus primeros episodios y será un contendiente por el “trono épico” a tomar en cuenta.

Para no perder el contexto, creo que también hay que pensar en cómo House of Cards o Homeland se han quedado con la parte más conspirativa de este panorama, y son las herederas más o menos directas de 24. Una toma la parte del espionaje, la otra la parte de los pasillos del poder alrededor de la presidencia de EEUU. Si bien se puede hablar en este caso (y como antecedente) de The West Wing, creo que la naturaleza de la serie de Aaron Sorkin es diferente. Tiene quizás un tono más blanco que las series de antes de 2000 y más típica de los productos de la TV abierta.

En este mismo sentido se me ocurre que ciertas series dramáticas donde el motivo es la política más que el territorio, comparten universo con este marco de género épico. No son lo mismo, son otro género, pero beben del panorama ficcional que ahora mismo es el que domina.

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Los 100. Imagen: Warner Bros.

Y aunque las series que fui relacionando son las que imprimen el sello del género en estos años, me parece importante ver que hay y hubo otras que combinan estos elementos: WestworldThe 100 o Falling Skies, son parte del entorno en el que tienen lugar conflictos similares. Las dos últimas son ejemplos épicos de ficciones distópicas, como lo fue Lost; y Westworld contiene a la vez una doble noción de la disputa épica de un territorio. La primera es la que está demarcada por la naturaleza del género western por sí mismo donde frontera, territorio, gobierno y régimen se cuestionan todo el tiempo. La segunda es la que se representa sobre el mismo territorio ficcional del parque temático y abarca a los humanos y la empresa por un lado, y los cyborgs por el otro. La segunda noción funciona como una metáfora de la primera.

Dicho todo esto, me parece de justicia incluir en este contexto dos series que no son norteamericanas, pero que a mi manera de ver también trabajan dentro del género épico por las mismas razones que estuve detallando antes. Una es la israelí Hatufim (original de la que se adaptó Homeland) y la otra es la española El Ministerio del Tiempo.

Hatufim y El Ministerio del Tiempo: territorio y patria

Por qué digo que están comprendidas en el género épico: porque las dos trabajan a partir de los conceptos de territorio y patria. En España la palabra “patria”, por razones históricas, está muy incinerada y es difícil leerla en un sentido amable, pero la serie maneja a su manera este concepto.

Antes decía que el binomio patria-territorio no tiene por qué venir cargado –obligatoriamente- con un valor “patriótico” inflamado. Sí es la noción de lugar donde está mi casa, mi familia, mis afectos y mi cultura. Aun cuando ese terreno sea conflictivo y contradictorio, es el lugar del “corazón”. Pero lo pongo entre comillas porque esa lectura de lo que un territorio es o podría ser, depende mucho de quien lo lea y quien lo describa.

Puede ser un lugar del afecto y la adopción, como un lugar del odio y la expulsión. Lo que define un aspecto u otro lo da el régimen que sustenta el poder y se conjuga en tiempo presente. Si ese régimen es perverso, el sentido de la lucha por el territorio o su defensa también lo será.

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El Ministerio del Tiempo. Imagen: RTVE.

El Ministerio del Tiempo propone diferentes capas de lectura para esta pertenencia. El Ministerio en sí ya es un espacio de poder porque está contenido por un marco de poder superior: el gobierno de España. Su fundación es territorial porque lo impulsa Isabel la Católica con la finalidad de “proteger la historia”. Proteger la historia es proteger una narrativa y si bien lo que se defiende no tiene por qué ser un territorio físico, el territorio que cabe defender es el de la narración que sobre él se hace.

La patrulla del Ministerio y sus integrantes disputan esta lectura. Ellos son relectores de esa narrativa donde España no es la misma para todos. La idea de España, el territorio español y el valor que ese territorio tiene. Pero no idealiza el territorio, sino que cuestiona sus valores y las narrativas que lo rodean.

Esto viene a cuento de que los sentimientos que se ponen en juego en el género épico no tienen por qué ser valentía, decisión y orgullo. Pueden ser lo opuesto. O ser el cuestionamiento de esos valores, o revisar su contenido.

La historia como territorio de combate es un lugar cenagoso, pero no deja de ser un territorio. A lo que voy es que en El Ministerio del Tiempo como serie y en el Ministerio mismo como espacio físico ficcional se disputa la noción de régimen. Los personajes que dominen en ese espacio determinarán la narrativa. No tal vez la idea de cambiar la historia por una “historia mejor”, sino cómo leer la historia que se tiene.

Las escenas y circunstancias que se despliegan en distintos episodios contienen esta problemática de cómo leer la historia y si bien esto se ve en muchos capítulos, creo que en los dos episodios de “Tiempo de Valientes”, sobre los últimos de Filipinas, es quizás donde más ampliamente se puede ver.

Por eso, aunque el motivo que sustenta a El Ministerio del Tiempo sea el fantástico, su género contenedor, por su aliento, es el épico.

Hatufim. Imagen: Chanel 2 Israel.

Lo mismo digo para Hatufim. En la serie la reinserción dentro de Israel de un par de ex prisioneros de guerra que liberan los palestinos, plantea el problema de patria, pertenencia, territorio, razón de estado y razón de los hombres (y los héroes) que ese estado supuestamente cobija.

Aún en las épicas más beligerantes siempre subsiste una porción de mirada crítica sobre el destino de los hombres, y creo que es importante colocar una mirada más amplia sobre el universo de las series actuales, las finalizadas, las activas y las que vendrán, que están conjugando todos los elementos fundacionales del género.

La épica en el contexto actual

Sería una falta de delicadeza no ver el mapa que compone hoy la dominancia del género épico en el mundo de las series. Tal vez la mirada que yo elijo sea incompleta, pierda detalles o sume otros que no lo son, pero me parece fundamental empezar a leer estas ficciones en la clave en que están compuestas. Y descifrar esas claves y sus transformaciones es lo que nos puede servir para abordar una lectura más adecuada de lo que las genera, les permite evolucionar y marca hasta cierto punto sus fines.

Si solamente leemos estas series sobre la base de las diferencias aparentes de género de acción, o fantástico, o drama, nos estamos perdiendo la fuerza que hoy las está conectando todas. No porque cada uno de los otros géneros tenga que funcionar como subgénero de la épica, porque no es así, sino porque están contenidos como en un cuadro sinóptico por ideas mayores que les ponen un marco y un contexto.

Los panoramas de la ficción hoy son necesariamente más complejos que los que existieron en otros tiempos por la cantidad y diversidad de los contenidos que los componen. Pero también hay algo en ellos que puede servir para reordenar un poco su evolución y sus conexiones, al menos durante este período preciso y más o menos determinado que he intentado analizar.

Yo por el momento prefiero ver lo que reseño en este artículo como un Work in Progress. Algo que puede enriquecerse con otros aportes y que en no mucho tiempo más se podrá ampliar y desarrollar.


Gustavo Palacios es periodista, guionista, dramaturgo, coach de actores (El porvenir es largo, TVE) y director de cine (cuatro mediometrajes y una decena de cortos). Ha escrito guiones de la serie Géminis (TVE), producida por Teleficción. Es guionista productor y director de las webseries Invisibles y Positivas. Puedes leer más artículos de Gustavo en Medium.

También puedes leer de Gustavo Palacios en La Solución Elegante el artículo Search Party: El infierno son los otros.

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