Personajes complejos, historias sencillas


Personajes complejos, historias sencillas, parece la receta para calar en el corazón del público. Es lo que el guionista Marciano Menéndez nos propone con:

El efecto Forer, la trascendencia del personaje y una lata de mejillones

Escrito por Marciano Menéndez Aizpurua (firma invitada)

MARCIANO MENÉNDEZ

El efecto Forer en los guiones:

Creemos que podemos encajar un personaje en una trama y obligarlo a seguir un camino.

Ejemplo 1:

Dos trenes chocan frontalmente. Los maquinistas salvan su vida milagrosamente. Tras un duro periodo de rehabilitación llega el juicio, el momento de verse las caras. En las declaraciones ante el juez, lo que se pudiera prever como un nuevo “choque de trenes”, se convierte sorprendentemente en un proceso de aceptación del otro. Finalmente hacen un pacto entre ellos para echar la culpa a la empresa. Parece a priori una historia algo aburrida, sí.

Ejemplo 2:

Dos trenes chocan frontalmente. Los maquinistas salvan su vida milagrosamente. Tras un duro periodo de rehabilitación llega el juicio, el momento de verse las caras. En las investigaciones se demuestra que el maquinista 1 cometió un error que pudo costarles la vida. A partir de entonces el maquinista 2, enfurecido, se propone como objetivo joder la vida del maquinista 1 sin que éste se dé cuenta, con pequeñas cosas cotidianas que sin ser notables complican su día a día mermándolo poco a poco. Parece que esta premisa sí puede resultar más interesante, incluso algunos dirían que “buena” …

Nuestro objetivo como creadores, de lo que sea, ya sea frente al teclado o frente a los fogones, quizá debería ser proyectar algo excelso, no sólo “bueno”.

MARCIANO MENÉNDEZ

Una lata de mejillones

A veces, cuando no tenemos otra cosa a mano, optamos por comer una lata de mejillones. No están mal y cumple con su objetivo de saciar nuestro apetito. Encima no engordan.

Todo bien… Pero claro, no es ese plato que tardan ocho horas en preparar en el restaurante con 3 Estrellas Michelín al que sólo vamos a ir una vez en la vida, o la fabada cocinada en barro a fuego lento del pequeño restaurante familiar de un pueblecito asturiano que tanto nos costó encontrar. Esto, es lo que nuestro paladar inmortalizará con el paso del tiempo.

Nuestro objetivo como creadores, de lo que sea, ya sea frente al teclado o frente a los fogones, quizá debería ser proyectar algo excelso, no sólo “bueno”. Por lo menos intentarlo. Al igual que puede pasar culinariamente, el resultado final de nuestras historias, eso que las hará especiales y recordables, va a depender del mimo con que construyamos los personajes y seamos fieles a ellos.

Las muestras con que argumentarlo pueden ser numerosas. Indudablemente habrá excepciones en la percepción de cada cual, ya que hay paladares para todos los gustos. Pero sólo debemos hacer un simple ejercicio con el que evitar concretar meditabundos ejemplos: analizar los personajes de esa película que vimos hace un mes, sí, ésa que no estaba mal pero que ya ni siquiera recordamos como eran.

Posteriormente repasar nuestras películas o series preferidas y analizar sus personajes principales. ¿A qué estos últimos son tan especiales que sin ellos cada historia no tendría el mismo empaque? Tienen muchos nombres: Charles Foster Kane, Travis Bickle, Hannibal Lecter, Omar Little, Norman Bates, C.C. Baxter, Walter White, Don Draper o uno de mis preferidos, HAL 9000.

Douglas Rain in 2001: A Space Odyssey (1968)
HALL 9000 EN 2001, UNA ODISEA EN EL ESPACIO

El efecto Forer

Y es ahora cuando entra en escena El efecto Forer. Según la Wikipedia:

“El efecto Forer es la observación de que los individuos dan altos índices de acierto a descripciones de su personalidad que supuestamente se adaptan específicamente para ellos, pero en realidad son vagos y lo suficientemente generales como para aplicarse a una amplia gama de personas”.

Pero orientándolo a lo que nos ocupa yo iría más allá. Creemos que podemos encajar en nuestras estupendas ocurrencias a modo de trama, a un personaje afín mostrándole el camino que debe seguir. Vamos construyéndolo de tal manera que encaje en nuestro concepto. Y ojo, si algo del personaje nos estropea nuestra sorprendente trama, lo cambiamos y punto. Aunque sea una contradicción manifiesta no buscada. Para eso ya tendremos a mano ese indudable pero mal entendido axioma de que los mejores personajes son los contradictorios.

Si nos hacemos trampas al solitario eso inevitablemente afectará al resultado final. De esta manera, incluso hay que dar gracias que tras muchos encajes de bolillos para que una historia cuadre por credibilidad, finalmente nos quede como esa decente y olvidable lata de mejillones.

La trascendencia de los personajes

La esencia de los personajes con una vida propia sugerente hace exactamente lo contrario: nos muestran el camino a nosotros como creadores.

El maquinista 1, es un tipo cansado de la vida que lleva. Separado, no llega a fin de mes porque se funde el sueldo en alcohol y otras drogas. Las deudas por préstamos le asfixian y ha entrado en un proceso autodestructivo que parece tener una única salida. El maquinista 1 se salta la señalización y la baliza de seguridad, provocando el accidente sin pensar en las consecuencias para otros.

El maquinista 2, es maquinista porque su padre también lo fue. En su educación de joven le insistieron mucho en que debía encontrar un trabajo estable y seguro. No tiene pareja ni se le ha conocido ninguna relación. Su extremada timidez le lleva a aislarse casi por completo. Su vida es más aburrida que la de los funcionarios de Dostoievski, y el accidente, a pesar de las consecuencias, es lo único interesante que le ha ocurrido.

Sus vidas, tan distintas, coinciden en una cosa fundamental: son vacías, sin alicientes. De esta empatía en el juicio surgirá la afinidad entre ellos. Se reconocen tanto el uno en el otro que se atraen hasta necesitarse…

Es el momento de visualizarlos en el aburrido ejemplo 1. ¿Es posible ahora que esta historia pueda resultar interesante? Sobre una premisa como esa, pero con esos personajes bien construidos, fortaleciendo en base a dónde nos conduzcan ellos, podría surgir algo grande, seguro.

La trama sería el contexto y no la disposición. Evidentemente este es un trazo grueso que sólo sirve como ejemplo con unos matices en los que faltaría profundizar. Habría que trabajar MUCHO en ellos. Pero en esta primera aproximación a bote pronto podemos entrever que la historia pudiera dar más de sí de lo que muestra la premisa.

Probablemente en un proceso creativo completo, acorde a ello, sacaríamos más que si insistimos en esa prefabricación de la trama por encima del personaje para encajarlo, creyéndonos encima al finalizar que hemos creado un personaje de lo más jugoso (sí, El efecto Forer).

TRAVIS BICKLE (ROBERT DE NIRO) EN TAXI DRIVER

Para crear personajes que nos ofrezcan esa historia excelsa, lo que deberíamos hacer es olvidarnos de manuales, de los “10 consejos para crear personajes perfectos”, diagramas de psicología y fijarnos más en la verdad, en la gente a nuestro alrededor.

Como un todo, la mayoría van a resultar insulsos para concebir historias, para formar el epicentro en que cimentar. Pero casi todo mundo posee características que nos puede valer como camino a seguir para nuestros perfiles. En la actividad básica, las personas funcionan como personajes y los personajes como personas.

Como creadores de la historia más importante, la nuestra, hemos caído en la premisa establecida con un trabajo esclavo.

MARCIANO MENÉNDEZ

Todo esto es extrapolable a la esencia de la condición humana, porque en el fondo cualquier historia es una parte de vida. Y ahí, en la vida real, casi todos nos creemos especiales, personajes jugosos, con mucho interés para los otros. Pero entonces, cuando hacemos un repaso a lo vivido sincerándonos frente al espejo, vemos que tampoco es para tanto, que normalmente formamos parte de El efecto Forer. Todo porque como creadores de la historia más importante, la nuestra, hemos caído en la premisa establecida con un trabajo esclavo, una hipoteca, un móvil de mil euros y las anécdotas surgidas alrededor de todo ello. Hemos ido, poco a poco, casi por inercia, encajando en esa trama.

Algún día, de viejecitos, concluiremos que hemos fallado en la construcción de nuestra historia más substancial por no haber huido de la trama, por no haber mirado dentro de los protagonistas que somos nosotros, por no haber aspirado a algo excelso, por no haberlo intentado. Será entonces, quizá, cuando nos daremos cuenta de la trascendencia del personaje, que nuestra vida resultó no ser tan inolvidable y se parece demasiado a una lata de mejillones.

Marciano Menéndez Aizpurua, es director y guionista de varios cortometrajes. Ha trabajado como realizador y ha colaborado en la creación de series de TV con Boca a Boca, Big Bang Media o Pecado Films entre otros. Ha sido socio y guionista de Contentbox, portal sobre contenidos audiovisuales.

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