Retrato de la Dra. Brennan


Por Marien López Fernández (firma invitada)

Querido Javier, hace un tiempo contactaste conmigo y como si fueras Violante me pediste que escribiera un post para tu blog explicando por qué si es tan irritante nos gusta la doctora Brennan, la protagonista de la serie Bones, el veterano procedimental de la Fox.

Créeme por ahora si te digo que en mi vida me he visto en tal aprieto. Ser amigos virtuales tiene estas ventajas ni nos conocemos ni nos ofendemos. Pero te prometí que lo escribiría si no me ponías fecha límite, soy mujer de palabra y me aterra no cumplir mis compromisos, claro que desde que en reconocimiento de mis mucho méritos accedí a la dirección del concesionario de coches deportivos en que trabajo no paro de hacer maletas. Me paso las semanas de Milán a Ginebra, de Hamburgo a Chicago. Explicando a medio mundo el método (inefable) por el que consigo que un don nadie que quiere y no puede, compre uno de mis roadster, ya sabes los utilitarios de los deportivos.

A ello dedico casi todo mi tiempo, porque una mujer como yo, una superdotada, como inopinadamente han descubierto los machos alfa de la empresa, que esperaban sonrientes ver pasar mi cadáver por su puerta, no puedo detenerme ni un momento. Ya sé, ya sé, que el crecimiento continuo ha devenido insostenible por culpa de la crisis. Pero he descubierto que la compra de un roadster es para los hombres un hecho emocional, ajeno a cualquier razonamiento. Se suben en el asiento del conductor, se miran por el espejo retrovisor y ya no ven a la gorda que quiere venderles el coche, sino a la Kate Moss mirándolos lasciva y relamiéndose los labios. Cuestión de razonamiento, y de oído.

Así que ya ves, mientras mis competidores pierden el tiempo lamentándose en las redes sociales de la caída de sus bonus yo me he entregado en cuerpo y alma a un proyecto tan solidario, después de todo sólo el vacío aguarda ansioso en las noches mi llegada.

Recapitulando, soy una autoridad en la venta de utilitarios deportivos habiendo conseguido que en plena crisis mundial mi empresa obtenga, desde que hace diez meses accedí a la dirección, un setenta y cinco por ciento más de beneficios antes de impuestos, que el año anterior cuando estuvo a punto de quebrar. No lo dudes, si comprar un Chevrolet Camaro te tienta, acude a mí, te haré un buen descuento.

Pero volviendo al soneto. Sé que me lo pediste porque soy la persona más capacitada para explicar la personalidad de Bones, si hablando de financiación de Roadster nadie me iguala,hablando de Bones puede que ni siquiera Hart Hanson, su creador, me llegue a los tacones, el pobre cree que la conoce, pero hace tanto tiempo que escribió el piloto, zascandilea tanto de una serie a otra, se emociona tanto con las loas de sus adláteres y los murmullos de éxtasis de las boneheads (fans de la serie Bones), que la doctora Brennan se ha convertido para él en un ente tan extraño como para la teniente Ripley la reina Alien el día de su presentación. En cambio para mí Brennan es como para Ripley el huésped que tras su resurrección albergó.

Y además quién mejor que yo, una experta en la Poética de Aristóteles para hablar de las cuatro calidades de los caracteres de las que la doctora no cumple ninguna, no es del todo buena puesto que como tú bien dices nos irrita, no es apropiada puesto que es una mujer muy varonil, no es… lo dicho, ninguna; quién mejor que yo, al decir de mis haters “la primera fan de Bones”, paradeconstructurar la personalidad cambiante de la doctora.

Por un instante, por un instante en mi cabeza se formaron las palabras que encabezarían el artículo «Como decía el polímata estagirita, en la estructuración de los personajes como en la de los hechos es preciso buscar…”

Créeme si te digo, que me quedé en blanco, que ni supe que significaba polímata ni a quién, maldita la gracia, llaman los pedantes el estagirita, y de repente me entraron los siete sudores, el baile de san vito y los estertores de la muerte; mis dedos sobre el teclado se agarrotaron y como cuando te has bajado muchos episodios en un mismo día de un mismo… (cómo se llame) sentí que mi tráfico había concluido.

Podía haberme puesto en contacto contigo, darte por excusa el trabajo, inventarme un máster o un nuevo doctorado o simplemente una mentirijilla, que había vertido una coca cola sobre el teclado y estaba sin ordenador, pero no me atreví, la doctora Brennan no conoce la mentira, me tomé mi tiempo y procuré hacerme invisible para ti. Si veía un tuit tuyo que me gustaba pasaba, ni le hacía retuit ni lo guardaba como favorito, quería olvidarme del maldito artículo, dejar que la niebla enfriase el disco duro.

Los días pasaban, hasta me inventé un viaje a las Islas Marquesas para estudiar la posibilidad de abrir una sucursal del concesionario. Los de la dirección tragaron, los dedos se les hace agua cuando ven mis balances. Durante las veintidós horas de vuelo lo intenté, una y otra vez. Olvidado Aristóteles, empecé…, “Cuando Hart Hanson creó en 2005 a una mujer más poderosa…”, sonaba mejor en mi cabeza, menos pedante… pero ¿más poderosa que qué? Lo dejé. En el avión ponían la película El botín de la Bounty y me perdí en los brazos de mi antiguo amante Mel, ¡dios…! Mel… ¡dios, Mel…! ¡dios Mel Brandon!

Javier, no es broma, escribo como pienso, porque lo que no sabes tú, ni nadie hasta ahora, es que desde hace unos cuantos meses tengo problemas para escribir y recordar, donde antes pescaba al arrastre metáforas y palabras, ahora sólo nadan los peces del olvido, y ni con anzuelo pican. Y así mis días son un continuo ir de spoilers a spoilers, de who a how, y lo que me es más duro asumir, de ganancias a pérdidas. Temo, y esto no lo escribo, que si algún día auditan mis libros se me cabreé el chiringuito, dados la dislexia a la que ha llegado los extremos. Y eso que sabedora de mis olvidos y confusiones ando continuamente metida pifias buscando en ellos. Encuentro algunas, encuentro, pero las que arreglo un día, orgullosas, han resucitado cuando los miro de nuevo otro.

Sé que podía haber echado mano de los miles, tal vez millones, de palabras que he escrito sobre Bones para salir del paso, pero me había propuesto que el artículo sobre la personalidad de la doctora Brennan, en el que dejase patente que su arrogancia (esa que te irrita) solo es un escudo para ocultar su vulnerabilidad (la que nos atrae), fuera mi mejor obra. Esperaba consagrarme en la blogosfera porque siendo sincera, aunque mi blog tuvo más de cuarenta mil visitas el año pasado, la realidad es que hasta la cocina sólo llegan cuatro (léase me leen).

No quiero que pienses que siento remordimientos y pesar por entregar mi alma a un proyecto tan vil, la memoria es resbaladiza y los recuerdos opinables hasta que alguno no llega al tren de las tres y media. Así que sí, reconozco ante ti que me aterra pensar en el vacío que se sigue a tanto no, a tanta soberbia, a que cuando una noche regrese a mí casa sólo me reciba un postit pintarrajeado con las letras del que un día fue mi nombre y ni pude decirle adiós.

Ya, ya voy acabando. Es lo que trae la noche, te acurrucas abrazándote, la niebla te envuelve en olvido y al amanecer las palomas vuelan llevándose el futuro, dejándote sin lágrimas.

Repasa, Violante, repasa cuanto antecede con corazón limpio y dime si he cumplido tu encargo.