American Horror Story: alimentando los monstruos


¿Cómo se escribe una historia de miedo? Un personaje lucha contra un monstruo. Ese es el argumento. A veces, el monstruo acecha en la sombra; otras, el monstruo crece en el corazón del personaje.
American Horror Story es un ejercicio de estilo (una pizca de Polanski, de Kubrick, de Hitchcock, de Carpenter) que juega con los monstruos internos y los que se ocultan tras las esquinas. Pero ante todo, es la historia de una familia que se desmorona. Y no podía ser de otra manera.


EL AISLAMIENTO: la base de todas las historias de terror
Un viejo manual de guion —perdonad que no recuerde el nombre— recomendaba como argumento utilizar un personaje ordinario en un entorno extraordinario (Alicia en el País de las Maravillas) o un personaje extraordinario en un entorno ordinario (E.T.) El aislamiento del entorno es la clave.


Y en el terror, el aislamiento es la única base sobre la que trabajar. No se trata de vivir en una casa solitaria en el campo; se puede vivir en la ciudad y sentirse completamente solo y vulnerable. Por eso, uno de los aciertos de American Horror Story es crear una familia pequeña (papá, mamá e hija adolescente) y trasladarla de un estado a otro.

CLASES DE SOLEDADES
La familia corta los lazos con sus amigos, vecinos y compañeros de trabajo. El padre es un psiquiatra que monta un consultorio privado en la casa (los clientes son pocos y realmente tarados); la madre no trabaja y no sale de casa; y la adolescente difícil no se adapta a los nuevos compañeros de instituto.

¿Por qué una familia pequeña? Es difícil encontrarse solo en una familia numerosa. Si los protagonistas de Tuyos, míos y nuestros entraran en la casa del terror, los fantasmas acabarían huyendo. Además, los creadores de American Horror Story fomentan la desconfianza y falta de comunicación entre los miembros de la familia (la infidelidad del marido, la imposibilidad de perdonar de la esposa y el autoaislamiento de la niña); por si fuera poco, la única vecina es una pirada que tiene una hija que anuncia la muerte. Todo es propicio para que los personajes se concentren en sí mismos.
¿Y qué pasa cuando uno le da vueltas a lo mismo y no tiene con quién desahogarse? Que los miedos interiores se realimentan. Como bien dice Larry «Caraquemada» —uno de los personajes—:

LARRY (CARAQUEMADA)
Lo que sea que le atormenta, la casa lo sabe.
Va a usarlo en su contra.

Denis-OHare-como-Larry-Caraquemada-American-Horror-Story
Denis O’Hare como Larry en America-Horror Story

Todo sería distinto si el marido tuviera amigos con los que montar timbas de póker en casa; la madre trabajara fuera de casa y la hija llevara a su casa amigas para estudiar juntas.

Jugar con los miedos, los monstruos y las víctimas que llevamos dentro es un peldaño superior en el género del terror. Lo otro, el gato que salta por encima de la protagonista con golpe de timbal, o el loco con el hacha tras la esquina, son trucos de baratillo. Películas como El resplandor, La semilla del diablo o Repulsión, cercanas al drama, calan en la imaginación del espectador porque los personajes se plantean preguntas que muchos nos hemos hecho alguna vez: ¿Me estaré volviendo loco? ¿Estaré perdiendo la cabeza? Son las preguntas más inquietantes que podemos hacernos. Y no tener a quién contárselo, terrible.

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